A finales de 2011 hice una de las entrevistas más surrealistas de mi vida, y ya es decir. El charlatán conspiracionista lituano Daniel Estulin (ríete tú de Íker Jiménez) había publicado “El instituto Tavistock”, que según la promoción editorial era “un organismo real situado en Essex y creado para controlar el destino de todo el planeta y cambiar el paradigma de la sociedad contemporánea”, que nos tiene “expuestos a los oscuros mecanismos creados por un grupo de psicólogos, psiquiatras y antropólogos pagados por la oligarquía internacional que controla el mundo a fin de favorecer sus propios intereses”. Una de esas formas de control era la música pop, así que la tentación de hablar con él era demasiado grande como para evitarla. Y el tipo no defraudó. Difícil decir mayor cantidad de tonterías en tan poco tiempo. Risas garantizadas.

 

 

DANIEL ESTULIN: «EL HEAVY, EL SKA Y EL PUNK DEGRADAN AL SER HUMANO»

El polémico autor lituano publica El instituto Tavistock, donde desenmascara la existencia de un centro que trabaja para controlar la sociedad a través de las drogas, la televisión o la música rock.

El término conspiranoia adquiere nueva dimensión con Daniel Estulin, autor de El instituto Tavistock, que desvela la existencia de una organización creada para controlar el destino del planeta y cambiar el paradigma de la sociedad contemporánea. El libro revela sus orígenes y modus operandi, pero también cómo combatir sus métodos, entre los que se encuentran la música, la contrainsurgencia, las drogas o la televisión. ¿Visionario o farsante? Juzguen ustedes mismos.

¿El libro es una advertencia?

Los activistas hacen libros de denuncia. Yo no. Vengo del mundo del contraespionaje militar y observo las cosas como lo haría un cirujano cuando se enfrenta a una operación de corazón en la que el paciente tiene el 80% de posibilidades de morir. Y hago todo lo posible para salvarlo. Escribo libros para desvelar un mundo paralelo que, hasta hace poco, la mayoría de gente ni suponía que existía.

Dices que planteas el libro desde un punto de vista científico, pero hablas de «el siniestro movimiento ecologista» o el «sucio e inmoral movimiento hippy». Son calificativos subjetivos, poco rigurosos y nada científicos.

Puedo hacerlo, porque es mi libro. Intento demostrar que existe otra vertiente en el ser humano. El mensaje no es todo lo que explico, denuncio y desvelo del instituto Tavistock, sino que el ser humano es lo más bello que hay en el universo. Es algo sagrado. Y que la gente, por ejemplo, manche su piel con tatuajes, es una aberración total y absoluta, porque no hay nada más bello que el cuerpo.

¿Quiénes y por qué quieren controlarnos?

Los que detentan el poder no pueden permitirse que seamos más. Y para que Rockefeller y los suyos puedan comer y beber, nosotros tenemos que morir. Es lo que estamos viendo con la desindustrialización del mundo y conceptos como crecimiento cero… Arrancar el alma y matar a siete mil millones de personas con armas es complicado, por eso necesitan una telaraña de intereses creados por psicólogos, psiquiatras y antropólogos, que pueden convertirnos en seres sumisos con todos sus recursos. Fíjate en la cerdita Peggy, de Barrio Sesamo. El cerdo, un animal, predica su escala de valores a un niño, que es la cosa más bella y pura que hay en el mundo. Es una aberración, y la gente no se da cuenta.

Según dices en el libro, el rock también es una aberración.

No es que el rock sea una aberración o que la televisión sea mala, eso son tópicos. Pero se pueden utilizar para el mal. La televisión es un arma magnífica para enseñar.

¿Para enseñar qué?

Cultura clásica, como hacía Platón en su escuela. Pero se usa para lavarnos el cerebro. La única música en el mundo que eleva el espíritu del ser humano es la música clásica, porque sus cadencias intentan imitar la belleza del mundo natural. Gente como J. S. Bach es inmortal.

Es difícil creerse tus teorías. Dices que «la MTV fue creada por controladores desde los principales centros de estudios e institutos de lavado de cerebro del mundo con el propósito de destruir completamente la cultura de los jóvenes».

Te pongo un ejemplo: La contracultura de los sesenta. Se creó cuando Martin Luther King, un tipo irrepetible e incorruptible, convenció a una generación entera de jóvenes americanos para crear un mundo mejor. Pero la élite, los poderes fácticos, no podían permitírselo, así que crearon la contracultura, la filosofía new age: las sandalias, las comunas del amor, el pelo largo, los hippies…

Ya. Y Woodstock fue una experiencia piloto del gobierno americano para comprobar los efectos del LSD.

¡Era un experimento social! Es indiscutible. La contracultura procede de experiencias que ya se realizaban en los años treinta con grupos carentes de líder, que no saben exactamente a favor o en contra de qué están. Son algo difuso, sin líder, como el 15-M.

¿Hacen falta líderes, entonces?

Es mucho más fácil controlar y manipular movimientos y sentimientos de grupos sin líder.

¿Por qué es más verdad la tuya que la de los libros de historia? En una nota al pie dices que Jim Morrison (The Doors) bebió la sangre de su pareja en su boda. Pero no se atribuye esa información a ninguna fuente.

Como llegamos tarde con la traducción, no se ha publicado ni una página de los documentos que tenía. No había tiempo. Pero en la edición americana está acreditado todo. ¿No has visto el disco de The Doors en que salen en una foto con el satanista Aleister Crowley?

Sí. ¿Eso quiere decir que bebió sangre de su pareja?

En Los secretos del Club Bilderberg (2006) ya expliqué la relación de Theodor Adorno con The Beatles. Estaba investigando y encontré cartas entre el presidente de EMI y Adorno, a finales de los cincuenta, en las que hablaban del álbum que posteriormente sería conocido como el famoso Sgt. Pepper’s.

¿The Beatles también formaron parte del complot?

Si te das cuenta, la complejidad de la música en ese LP supone un salto cualitativo, brutal. Y The Beatles no sabían tocar nada.

En el libro dices también que «toda clase de degeneración musical es un producto fabricado por orden de un laboratorio». ¿A qué te refieres cuando hablas de «toda clase de degeneración musical»?

Si coges música como el ska o el punk… Bueno, es un decir, porque eso no es música, es ruido. ¿A qué fin sirve esto? Al satanismo. En los conciertos hay miles de jóvenes haciendo el mismo gesto al mismo tiempo. Es un movimiento de fuerza negativa. ¡Una locura!

¿El ska y el punk son satánicos?

No elevan de ninguna forma el espíritu. Al contrario. Te degradan como ser humano. Desde la forma de vestirse de las personas hasta su modo de comportarse. Nos convierten en animales. Un ser humano no es un animal.

¿No tiene una parte animal el ser humano?

Por supuesto. No somos perfectos. Por eso hay que crear leyes que limiten los impulsos humanos. Las degeneraciones nos degradan. No se puede negar que el heavy metal degrada al ser humano al nivel de una bestia.

¿No era Hitler quien hablaba de arte degenerado?

No son términos hitlerianos, hablo del concepto de belleza de la cultura clásica. Cualquier cosa que nos rebaje al nivel animal es una degradación.