En contra de la opinión de la mayoría de la humanidad, siempre me ha caído bien Courtney Love, pese a que ella misma se ha empeñado en demasiadas ocasiones en ponerlo difícil. Creo que Live Through This (1994), el segundo disco de Hole, es una absoluta obra maestra, prueba de su talento y más que suficiente para inscribir su nombre en la historia del rock al margen de lugares comunes sobre viudas negras, herederas de Yoko Ono y otras estupideces que, si hilamos fino, dejan un rastro de tufo machista que apesta (no faltaron quienes afirmaron que el disco lo había compuesto Cobain).
En abril de 1995 me planté en Zeleste para ver a Hole en directo y el aquelarre no defraudó. Se cumplía exactamente un año del suicidio de Kurt y el concierto respondió a lo esperado de la banda y de una Courtney que empezó diciendo «It’s a bad day» e hizo honor a su leyenda, pero también a un repertorio descomunal. Un año después, escribí para La Máscara un libro sobre el grupo y en 1997 me hice con Courtney Love: The Real Story, la biografía escrita por Poppy Z. Brite. Así que cuando se presentó la oportunidad de entrevistarla fue como un sueño hecho realidad.
El motivo para encontrarse con ella en Madrid era la publicación de Celebrity Skin, tercer álbum de Hole. En plena psicosis discográfica por el auge de la piratería, los periodistas no recibimos el disco previamente, como era habitual, sino que fuimos citados el día antes en la sede de Universal España para hacer una escucha en sus oficinas. Y llegado este punto es el momento de confesar un delito: Estaba previsto que el reportaje fuera en portada y acompañado de dos despieces extensos, uno con la cronología de Hole y otro desgranando el disco canción a canción. Lógicamente, era complicado hacerlo con aquella única escucha, así que al día siguiente regresé a Universal y pedí volver a oírlo. No pusieron problema. Lo que no sabían es que había comprado una cinta virgen y aproveché que estaba solo en aquel despacho para grabármelo en el propio equipo de la compañía. Fueron 50 minutos angustiosos, literalmente acojonado por si alguien entraba en la habitación y me descubría, porque estaba cometiendo un delito flagrante. Espero que haya prescrito. Si alguien piensa que traicioné la confianza del sello y me comporté de manera poco profesional, está en su derecho. Por mi parte, creo que precisamente para hacer el trabajo de manera profesional es obligatorio tener los recursos necesarios, y disponer del disco a evaluar debe ser uno de ellos. En mi descargo diré que solo usé aquella cinta a nivel privado y no le hice copia a nadie.
El caso es que llegamos al hotel donde se alojaba el grupo y entramos en fase de preliminares. Inocentemente, esperaba que me dejaran entregar a Courtney un ejemplar de la monografía que había escrito, como hice con Chrissie Hynde. Craso error. En Universal estaban en guardia ante el personaje con el que lidiaban, y me rogaron que no lo hiciera, porque era capaz de ponerme una demanda. Argumenté que, en aquel momento en que era diana de toda la prensa internacional, mi libro debía ser de los pocos que la defendían, pero no valía la pena correr el riesgo. Y tampoco pensé entonces en que, más allá del contenido del texto, es muy probable que las fotos que lo ilustraban estuvieran utilizadas sin permiso y la denuncia hubiera llegado igualmente tarde o temprano.
Porque el entorno de Courtney no se andaba con chiquitas. De hecho, fue la única vez en mi vida en que tuve que firmar un contrato antes de hacer una entrevista. Era condición obligatoria someterse a las condiciones de un acuerdo que prohibía preguntar acerca de su padre (que llevaba tiempo haciendo el agosto en los medios a su costa), su difunto marido y, por extensión, la película Kurt & Courtney, de Nick Broomfield, que en España se estrenó con el sensacionalista tituló de ¿Quién mató a Kurt Cobain? y que especulaba con la delirante teoría de que ella hubiera tenido algo que ver con la muerte del líder de Nirvana.
Pasados los trámites, tuvimos que esperar dos horas para poder hablar con Courtney, y además tuvimos que compartir entrevista. De ahí que apareciera publicada en estilo indirecto. Tuve suerte, en todo caso, porque me tocó hacerla en compañía de un amigo, César Estabiel, que iba representando a Rockdelux. La única que tuvo a la diva solo para ella fue… Lucía Etxebarría, que después escribió un artículo en el diario El Mundo cuyo objetivo era desmitificar a Courtney, pero lo único que hizo fue poner en evidencia a la propia autora.
Y así, por fin, cruzamos la puerta que nos dio acceso no solo a Courtney, sino también al guitarrista Eric Erlandson y a la bajista Melissa Auf der Maur. Solo faltaba la batería, Patty Schemel, por «razones de salud». Gracias al estupendo documental Hit So Hard (P. David Ebersole, 2011), disponible en Filmin, hoy conocemos mejor el motivo: una recaída en su adicción a las drogas. Y también sabemos lo mal que lo pasó durante la grabación del disco por culpa del productor Michael Beinhorn, que le hizo vivir un calvario para finalmente contratar a un batería de estudio mientras Courtney y el resto de la banda miraban hacia otro lado. Lástima no haber dispuesto de la información entonces.
El amplio reportaje apareció en el número de septiembre de 1998 de la desaparecida On The Rocks. Como es el primer texto que recupero de la revista, me parece conveniente explicar aquella auténtica anomalía, puesto que se trataba de una publicación mensual de alcance nacional editada desde Valencia. Una absoluta locura, producto del empeño del periodista Arturo Blay, quien logró convencer a la empresa MPG (iniciales de Materias Primas Grasas, poco que añadir), que también editaba Actualidad Fallera, de que un proyecto así era viable. No lo fue. El mayor handicap era trabajar lejos de los centros de poder de Madrid y Barcelona, con las limitaciones de todo tipo que implicaba, así como la propia indefinición de la revista, que había nacido como tabloide quincenal de ámbito local dependiente de la red de locales nocturnos valencianos, una rémora que pesó en exceso a la hora de dar el salto estatal.
Le regalé a Courtney un ejemplar del último número para que viera la revista, con los Beastie Boys en portada, y de inmediato empezó una charla que dio como resultado un reportaje en el que también hice gala de mis dotes de visionario, afirmando que solo había futuro para Hole. Nunca editaron otro disco, aunque ella volvería al ruedo discográfico en 2004, con un irrelevante LP en solitario: America’s Sweetheart.

 

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HOLE

LA REENCARNACIÓN DE COURTNEY

 

Contrariamente a los postulados de la famosa máxima punk, para Hole solo hay futuro. Courtney Love y sus muchachos publican este mes Celebrity Skin, su tercer LP oficial, con el que tratan de dejar atrás el pasado exhibiendo el presente más prometedor que jamás hayan disfrutado.

 

Courtney Love es un personaje goloso. En las entrevistas de promoción de Celebrity Skin le acompañan el guitarrista Eric Erlandson, único superviviente de la formación original, y la atractiva bajista Melissa Auf der Maur, pero Courtney es el indiscutible centro de atención. Gesticula, habla por los codos, sonríe… Parece feliz, incluso radiante, después de haber conseguido una cómoda situación de respetabilidad dentro de la industria americana del entretenimiento: cine, música y moda son los tres frentes en los que ha sido capaz de labrarse un nombre por sí misma, y no por sus escándalos o su pasado. De hecho, no quiere ni oír hablar de episodios pretéritos, hasta el punto de que sus representantes ingleses obligan a los periodistas a firmar un oportuno e intimidatorio contrato en el que se nos impide preguntar por su malogrado marido, su lenguaraz padre y otros asuntos que ya parecen formar parte de la vida anterior de la señorita Love.

Hablamos, por tanto, de Celebrity Skin, un disco que se ha hecho de rogar cuatro años. «¡Los Beastie Boys se han tomado casi cinco! ¿Y crees que han evolucionado algo en todo este tiempo?», exclama Courtney esgrimiendo el número de verano de On The Rocks que tiene delante. Melissa da las explicaciones oportunas: «Estuvimos de gira durante año y medio, luego descansamos, después nos tomamos nueve meses para escribir el disco y otros nueve para grabarlo. Tampoco es un secreto que hemos tenido algunas dificultades en el aspecto emocional». Y Courtney remacha: «Ha sido como tener dos bebés: nueve meses y nueve meses. Los Beastie Boys no tienen problemas emocionales, son felices y verdaderamente ricos. Y no han cambiado en absoluto, siguen haciendo lo mismo». «Pasamos mucho tiempo escribiendo las canciones y con el productor, que era capaz de estar diez días buscando un sonido específico de batería; por eso tardamos tantos meses, analizando cada canción, cada sonido, buscando la máxima calidad. Queríamos hacer un gran disco», concluye la bajista.

Indudablemente, la producción es una de las claves del nuevo álbum. Hole ha pasado de dejarse llevar por dos magos del sonido alternativo americano como Paul Kolderie y Sean Slade (Buffalo Tom, Lemonheads, Dinosaur Jr., Radiohead) a ponerse en manos de Michael Beinhorn, un productor todoterreno (ha trabajado con Red Hot Chili Peppers, Philip Glass o Soundgarden) que se ha encargado de pulir el sonido después de que el grupo barajara muchos otros nombres, entre ellos el de Billy Corgan, que comenzó a preparar el disco, o el impredecible Moby. «Pensé en él solo durante un día. Fue cosa mía, siempre hablo demasiado», reconoce Courtney. Eric trata de desvelar más candidatos al afirmar que pensaron en Ric Ocasek, el exlíder de The Cars, que ya se había hecho responsable de Gold Dust Woman, la versión de Fleetwood Mac que incluyeron en la banda sonora de El Cuervo. Ciudad de Ángeles, pero la jefa se muestra tajante. «No, no, no. Yo nunca consideré esa posibilidad. Escogimos a Michael Beinhorn porque ha hecho discos muy, muy buenos y nosotros no habíamos hecho ninguno nunca, así que queríamos a alguien que consiguiera una obra maestra, que se preocupara de cada minúsculo detalle. Estaba preparado para nosotros y nosotros para él. Esa fue la razón. Pero es como el Titanic del rock. Gasta muchísimo dinero, es asombroso. ¿Sabes en qué? En cigarrillos, y quizá en strippers. Ha producido también el nuevo disco de Marilyn Manson».

 

Bienvenida al mundo real

No cabe duda acerca de las intenciones de la banda cuando se decidieron por Beinhorn: querían un disco comercial, vendible, al que tuviera acceso la mayor cantidad de público posible. Y lo han conseguido. Celebrity Skin se encuentra a veces a un paso del AOR y es, desde luego, el LP con sonido más mainstream en la historia de Hole, hecho que Courtney no niega en absoluto, aunque lo justifique. «Sí, probablemente es uno de los discos más mainstream que se ha hecho en los últimos años en la historia del rock. Y quería que lo fuera. Para mí, es como Pulp Fiction. Es una película en la que el director no compromete su visión personal, pero a la vez es completamente comercial, y el público disfruta con ella. Cuando entras en una compañía y firmas un contrato te comprometes a tener en cuenta a la gente, a hacerla participar. Cuando yo lo firmé, lo hice por una razón: quiero que se me oiga, manteniendo la independencia artística. Mira a Girls Against Boys: son una gran banda, quieren acceder a todo el mundo, pero han grabado un disco que no tiene un jodido single. Perfecto, si lo que quieres es llegar a doscientas mil personas, pero has firmado con Geffen, y lo has hecho por algo. Es un problema generacional para la gente que tiene entre 24 y 34 años, nihilistas que han crecido viendo la televisión y han tragado un montón de mierda de los sesenta. Ahora lo tienen todo: los medios, Bill Gates, la revista Rolling Stone… La gente de 18 años no cuenta con líderes que lleven su voz al resto de la sociedad, y eso es muy importante, porque no se comprometen. La celebridad parece un hobby, algo muy divertido, como que no te puedes tomar en serio, ¿pero qué mejor manera de aprovecharla que hacer un buen disco?»

De ahí que sea mejor olvidar aquellas declaraciones grandilocuentes en que aseguraba que su nuevo disco sonaría como un cruce entre Black Sabbath, Smashing Pumpkins, el Harvest de Neil Young y el sonido 4AD. «Eso fue hace tiempo. Siempre hablo demasiado». Melissa aprovecha para señalar que a ella sí le gustan Black Sabbath (empezó tocando en bandas hardcore), y Courtney matiza: «Sí, claro; yo crecí escuchando música que probablemente se refleja en Pretty On The Inside. Y hay una conexión entre Neil Young y Celebrity Skin, en la letra de la canción Northern Star, pero no fue consciente».

Courtney se dispara hablando de música. En sus sucesivas entregas discográficas, y en las múltiples entrevistas que ha concedido a lo largo de los años, ha dejado bien claro que no es una recién llegada. Vivió muy de cerca el afterpunk inglés y siempre se ha encontrado próxima a los focos más importantes de actividad sonora en los Estados Unidos en los últimos años, sin contar que posee un importante background pop. «Cuando hace varios años puse un anuncio en el periódico para formar una banda, puse que mis influencias eran Big Black, The Stooges y Butthole Surfers, pero al lado también puse a Fleetwood Mac. Y añadí que preferentemente deseaba contactar con mujeres. ¡Y Eric contestó de todos modos! Una de las razones por las que a veces no conectaba con otras bandas es porque me encantan R.E.M., los Hollies, los Beatles, los Saints, pero no solo el pop de ribetes punk, sino también el pop puro, como Abba o Fleetwood Mac. Cuando estaba en Faith No More tocábamos funky y cosas del estilo de Killing Joke. Era bueno, me gustaba, pero me fui abriendo también hacia cosas como Specimen, The Cramps y eso. Incluso cuando grabamos Pretty On The Inside teníamos intención de hacer pop muy melódico, pero no teníamos esas habilidad, que en mi caso ha surgido más tarde. Desde 19990 he crecido y aprendido. Cuando publicamos el primer LP era como si quisiera quitarme de encima cualquier atisbo pop que pudiera contener, incluso las influencias de gente que me encanta, como Joni Mitchell… Todo debía ser más parecido al sonido loco de Sonic Youth. Era una visión muy pura. La actual también lo es, pero aquella era más primaria. El segundo disco, Live Through This, ejemplifica nuestro intento dos años después. Creo que es un gran LP, pero no tuvo demasiado éxito, aunque soy feliz por haberlo hecho».

Cuando comienza a hablar de música, los nombres de grupos se agolpan uno tras otro. No es extraño que Hole tenga un amplio repertorio de versiones, entre las que se incluyen títulos de Duran Duran, Echo & The Bunnymen, Lou Reed o Donovan. «Hemos tocado versiones hasta de Marine Girls. Cuando grabamos unas sesiones con John Peel para la BBC tocamos una de Beat Happening y hay quien descubrió al grupo a partir de aquello. En Chicago tocamos una de Cheap Trick. En Australia, por ejemplo, una de los Saints y otra de los Lime Spiders. Es divertido, y a veces es una cuestión geográfica. Tiene que ver con la música que forma parte de tu aprendizaje. Ayer mismo escuchamos una canción fantástica de Smokey Robinson & The Miracles. Y Hit So Hard, un tema del nuevo LP, es del estilo de Brass In Pocket (The Pretenders); Chrissie Hynde tiene una hermosa forma de escribir».

 

La piel de la celebridad

La conversación se reconduce hacia el terreno que más interesa a la banda actualmente, Celebrity Skin, un disco para el que se barajaron diversos títulos, pero que acabó siendo bautizado como una banda glam-pop de Los Ángeles liderada por Don Bolles (The Germs) con la que Courtney tuvo relación en 1989. «Bueno, es también una revista semipornográfica en la que, por cierto, he aparecido algunas veces. Cuando me trasladé a Los Ángeles llegué desde Minneapolis, donde me había relacionado con gente como Babes In Toyland, pero seguía teniendo gran afición por R.E.M. Los Ángeles era totalmente opuesta a Inglaterra o a cualquier otro lugar en el que hubiera estado. Nirvana y Mudhoney ya andaban por ahi, y yo sabía de su existencia, pero nadie más en Los Ángeles los conocía. Allí todos pensaban que quienes molaban eran Guns N’Roses, Poison y toda esa mierda… Jane’s Addiction ya eran grandes, y los Red Hot Chili Peppers, pero no había una escena rock, especialmente en lo referente a las mujeres, que solo pensaban en salir con Axl y tener la misma pinta que las modelos de los calendarios de Harley Davidson».

Podrá estar más calmada, pero Courtney sigue llamando a las cosas por su nombre. En las entrevistas y en las letras de las canciones. Si en Rock Star, el tema que cerraba Live Through This, plasmó sin contemplaciones su opinión sobre las riot grrrls, en Awful, la segunda canción de Celebrity Skin, se dirige a las nuevas cantantes jóvenes y les espeta: Cállate, solo tiene 16 años. «La frase original decía Cállate, solo tienes 16 años y todos se han hecho ricos contigo. Es una canción cínica. Al final, lo que digo, y es lo que pienso realmente, es que una canción puede cambiar ciertas cosas. Le digo al chaval o la chavala de 16 años que la escucha que no cometa los mismos errores que nosotros. Puede hacerlo, pero no es una oferta de respuesta ni nada por el estilo».

Otra de las canciones con título más explícito, Reasons To Be Beautiful, cuenta con la participación de Charlotte Caffey, excomponente del desaparecido quinteto femenino The Go-Go’s. «Crecí con el show de Diane Warren, sus hits pop siempre sonaban en mi cabeza. Trabajar con Charlotte es como un regreso o algo así. Escribimos varias canciones pop new wave, y en el puente de una de ellas buscaba algo muy fuerte, como en algunos temas de Echo & The Bunnymen o Big Black. Necesitaba un acorde diferente. Ella me ayudó, porque es una excelente profesional, ha escrito canciones para Meredith Brooks y gente así. Definitivamente, los escritores profesionales de canciones me merecen respeto». Melissa añade: «Hace poco grabé un disco con Ric Ocasek y estuvimos girando y colaborando con mucha gente de la que aprendí mucho. Me considero afortunada de poder trabajar con gente como Charlotte o Billy Corgan». Y Courtney vuelve a tener la última palabra: «Para mí es una forma de adquirir información, al trabajar con alguien que tiene una visión original de las cosas. Son gente que ha escrito grandes canciones pop en la época de la new wave. Eric, por ejemplo, estuvo dos años aprendiéndose el repertorio de los Beatles. Yo no escribo canciones como las de los Beatles, sino bastante más esquizofrénicas. Pero ayuda».

Cuando la entrevista toca a su fin, regresamos al comienzo, al proceso de composición de las canciones del disco. Nueva Orleans fue la ciudad elegida para llevarlo a cabo. ¿Debido a la amistad de Courtney con Poppy Z. Brite, autora de su biografía más completa? «¡Oh, el libro!», exclama Melissa, pero la cantante de Hole hace oídos sordos y señala un punto en la mesa. «Nosotros vivimos aquí durante un mes». Mueve el dedo, señala otro lugar cercano: «Trent Reznor vivía aquí», añade. «Y Anne Rice aquí», concluye, volviendo a marcar otro punto. «Era como el triángulo negro, verdaderamente fantasmagórico». «Después de estar girando durante año y medio, fue la primera temporada en que paramos un poco y convivimos los cuatro con vistas a escribir el nuevo disco», recuerda de nuevo Melissa. «Fue demencial», corta Courtney, que por entonces acababa de romper su relación con Gavin Rossdale, líder de Bush, «porque me encontraba bajo la influencia de Bush, pensaba que eran magníficos, y los demás tenían que convencerme de lo contrario, por lo que les estoy agradecida. Fue una locura». Eric interviene: «Sí, querías hacer Hit So Hard a su estilo». Courtney tararea cómo habría quedado y Melissa completa la respuesta: «Queríamos una ciudad para hacer el disco en la que no hubiéramos trabajado antes, no como Nueva York o Los Ángeles, que se asocian con el sueño americano. No nos apetecía grabar un disco típicamente californiano a estilo de Jane’s Addiction, The Doors o The Mamas And The Papas». ¡Eh! ¿Y qué pasa con el libro? ¿Nada? Pues habrá que preguntarle a Poppy Z. Brite.

 

BONUS TRACK

El final del texto tenía una explicación. En aquel mismo número de On The Rocks, tuve también la oportunidad de entrevistar a Poppy Z. Brite, escritora de culto (hoy escritor, tras pasar por un proceso de transición de género) especializada en novelas de terror que, además, escribió la biografía Courtney Love: The Real Story (Orion, 1997). Así que era una excelente ocasión para indagar en el origen de su amistad. «Me llamó en 1994, después de leer La música de los vampiros. Le había gustado la novela y pensaba trasladarse a Nueva Orleans, donde yo vivo, por lo que coincidimos algunas veces. Hablaba a menudo de gente de su pasado que estaba escribiendo biografías llenas de difamaciones sobre ella, así que le propuse que trabajara conmigo en una autorizada. No quiso colaborar, ni siquiera dar su autorización oficial, pero no se opuso a la idea. Yo no habría llevado el proyecto más lejos si lo hubiera hecho. No me concedió entrevistas para el libro, pero conocerla me ayudó a hablar con tras personas y acceder a material que, de otro modo, nunca hubiera podido conseguir. Como resultado, el libro contiene gran de material que no había visto la luz previamente, como cartas personales, informes de los colegios por los que pasó y extractos de sus diarios».

El libro permanece inédito en España, donde sí se han publicado varias novelas de Brite, como la citada La música de los vampiros (Martínez Roca, 1994), El arte más íntimo (Reservoir Books, 1998), Liquor (El Tercer Nombre, 2005), Prime Rib (El Tercer Nombre, 2008) o Trazos de sangre (La Biblioteca de Carfax, 2018). Y, como se podía constatar en la entrevista con Hole, Courtney se va por la tangente si se le pregunta por él. «Me comentó abiertamente que no hablaría en público sobre la biografía para que no pareciera que la aprobaba. Fue su decisión y no es asunto mío. No creo que esté en desacuerdo con el contenido, pero me da la impresión de que hay gente de su pasado a la que desea olvidar y que, evidentemente, aparece citada en el texto».