Curioso lo de R.E.M. Fueron grandes. A decir verdad, enormes. En marzo de 1991 llegaron al número 1 de las listas estadounidenses (y de varios países más) con Out of Time, su disco más popular. Solo seis meses después, Nirvana lograrían lo mismo con Nevermind. Era el principio de una década que definió el triunfo de la entonces llamada música alternativa, pese a que invadía MTV y las emisoras mainstream de todo el planeta. No fue el único álbum de R.E.M. que vendió cifras estratosféricas, y consagró a un grupo que forma parte de la banda sonora de los ochenta y noventa y cuyos miembros el aficionado recitaba de carrerilla: Michael Stipe (voz), Peter Buck (guitarra), Mike Mills (bajo) y Bill Berry (batería).
Es incuestionable que marcaron el devenir del rock de su época, que cuentan con un repertorio en el que abundan las canciones fabulosas (mi favorita sigue siendo una de las primeras: Radio Free Europe) y que fueron ejemplo vivo de que la comercialidad no estaba reñida con la inteligencia, pero hoy parecen algo olvidados, frente a compañeros de generación que permanecen en activo (Pixies), otros que mantienen la vitola de banda de culto (Sonic Youth) y los que han alcanzado la condición de mito generacional (los mencionados Nirvana). Sin ir más lejos, la editorial Contra publicó en febrero Este grupo se llama R.E.M., de Peter Ames Carlin, y ni siquiera aparece entre los cincuenta libros de música más vendidos de Amazon. Admitamos que tampoco es el baremo más fiable que existe, pero no hay muchos otros a los que acudir, pese a que la lista en cuestión incluye también un curso para aprender italiano en 30 días (¿?) y la Ley de Enjuiciamiento Civil (wtf?). A saber cómo se confeccionan esos listados.
El caso es que hay motivos de sobra para reivindicar a R.E.M. Por eso he decidido recuperar las dos entrevistas que les hice. En 1998, un año después de la traumática salida del grupo de Bill Berry, se dejaron caer por Madrid para hacer promoción con motivo de la aparición de Up y, de paso, actuaron en directo en el plató del show de TVE Séptimo de caballería, presentado por un Miguel Bosé que todavía trataba de ejercer como artista y no se había embarcado aún en la nave del misterio conspiracionista de Iker Jiménez. De hecho, supo aprovechar muy bien la oportunidad que le dio el programa para hacer buenas migas con Michael Stipe, y años después le convenció para grabar el dueto Lo que hay es lo que ves, incluido en el disco Papito (2007). Si Winston Churchill decía que la política hace extraños compañeros de cama, la música ni te cuento.
El viaje a la capital no solo incluía la entrevista con la banda, sino también la asistencia a la grabación del programa, y la verdad es que ofrecieron un concierto espectacular, con un sonido impecable, que se prolongó durante más tiempo de lo pactado y terminó con un bis en el que interpretaron una versión de The Passenger (Iggy Pop). El destino del artículo debía ser la revista mensual On The Rocks, pero cerró ese mismo mes, así que solo pude aprovechar algunas de las declaraciones del grupo en un programa de radio que hacía por entonces, pero el grueso del material, lamentablemente, quedó inédito. Hasta ahora, que me he encontrado los brutos de la transcripción casi al completo (falta la mayoría de declaraciones de Peter Buck) en el disco duro del ordenador y así he recuperado aquella charla en la que cada miembro de R.E.M. permanecía instalado en una habitación del hotel madrileño donde se hospedaban y los periodistas íbamos pasando de una a otra para hablar con cada uno de ellos. Un curioso método que no he vuelto a encontrarme en ninguna otra ocasión.
Tres años después, en mayo de 2001, la banda regresó a Madrid, esta vez para promocionar Reveal, sin visita televisiva y cuando yo ya estaba escribiendo para el suplemento semanal del diario Levante, donde apareció la entrevista. Aquí van:
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R.E.M.
«SEGUIMOS DISFRUTANDO CON NUESTRO TRABAJO»
(Texto y declaraciones inéditos, a partir de la conversación mantenida por separado con cada uno de los componentes del grupo en 1998)
Dieciocho años después de su debut, el grupo norteamericano R.E.M. se reinventa a sí mismo con Up, un disco en el que la tecnología adquiere más protagonismo y que marca sus directrices de futuro tras el abandono del batería Bill Berry. En la frontera de los cuarenta, Michael Stipe, Mike Mills y Peter Buck siguen creyendo en el rock como vehículo transmisor de ideas. De hecho, son lo más alejado de las estrellas que puede encontrarse en un negocio, el de la música pop, cada vez más parecido a un gran circo en el que no importa el producto (la música), sino la capacidad de sus creadores para venderlo. Nadie diría que Michael Stipe, con el cráneo rasurado y la mirada penetrante; Mike Mills, teñido de rubio y con una permanente sonrisa en los labios; y Peter Buck, oculto tras unas impenetrables gafas de sol, llevan casi veinte años inmersos en el negocio sin ceder a ningún tipo de condicionamiento y contando las ventas de sus discos por millones. El último, Up, llega después de la retirada de Bil Berry, su batería de toda la vida, un hecho que les hizo plantearse la separación y que ha afectado decisivamente al proceso creativo de su nuevo trabajo.
MICHAEL STIPE
¿Marca Up el fin de R.E.M. tal como los conocíamos?
No, es el principio de unos nuevos R.E.M., compuestos de tres piezas. Es, desde luego, un álbum de R.E.M., pero hay una diferencia básica con los otros. New Adventures in Hi-Fi, el LP anterior, era básicamente batería, bajo, guitarra y voz, y cada uno se encargaba de una cosa. Esta vez, Peter, Mike y yo queríamos hacer el mejor disco de que fuéramos capaces. Y cuando empezamos a escribir el nuevo material, Peter no sólo tocaba la guitarra, también desarrolló muchos ritmos. Al tomar la decisión de continuar sin Bill, pensamos en trabajar sin los conceptos tan claros, todo estaba supeditado a la música.
En oposición al potente directo de ayer en TV, el disco apuesta por un sonido más pausado. ¿Se puede decir que es más producto del estudio de grabación que del local de ensayo?
Cuando se interpreta en directo, la música cambia mucho en comparación con su plasmación en un estudio de grabación. En el escenario siempre hay más energía, sobre todo porque tocamos todos juntos.
¿Vais a salir de gira con Up?
Solo estamos haciendo algunos conciertos promocionales. Hemos estado trabajando en este disco durante más de un año, y en ese periodo de tiempo han pasado muchas cosas. No estamos preparados para pasar una larga temporada en la carretera como antes.
¿Lo definirías como un disco intimista? Da la sensación de que has escrito las letras más personales de tu carrera, y de hecho es la primera vez que se incluyen en la carpeta.
Las letras son una reacción a la música. Normalmente, Peter y Mike escriben la música, yo la escucho, trabajamos la melodía y después escribo la letra. En ese proceso, creo que el lenguaje es la parte más difícil, más dura, aunque quizá opino así porque yo soy el cantante.
¿Pero ha habido esta vez una mayor implicación emocional por tu parte?
No soy un académico, pero es evidente que existen diferentes categorías entre la gente que escribe letras de rock. Conozco a quien se basa constantemente en hechos autobiográficos y usa su propia experiencia para escribir, como sucede con las letras de Courtney Love para Hole. Es una mujer muy inteligente, que se implica con frecuencia a nivel emocional en lo que escribe. Esa es una categoría. Patti Smith, por ejemplo, escribe de manera muy diferente, y yo de otra. ¿Qué significa eso? No tengo ni idea. En mi caso, la inspiración puede llegar muchas veces de gente que creo que hace un excelente trabajo, como la propia Patti Smith, Thom Yorke, de Radiohead, Bono de U2 o Natalie Merchant.
¿Hay un eje temático en las canciones del disco?
Diría que hablo acerca de la condición humana, de la gente, los lugares donde vive, el tipo de sociedad en la que está inmersa y la confusión que hay a su alrededor. Me gustaría escribir canciones de amor, pero me resulta muy difícil hacerlo sin parecer irónico o cínico. En junio del año pasado, en Los Ángeles, empecé a escribir una letra y me pasé un año buscando unas palabras que me hicieran sonreír. Me pareció muy complicado. Finalmente, en junio de este año, en Athens, en mi casa, después de tomarme dos tazas de té, rodeado por mis perros, conseguí hacerlo.
También abordas temas relacionados con la sexualidad
En este disco hay algunas canciones que hablan específicamente de amor hacia un hombre o una mujer, pero siempre me ha gustado escribir letras que todo el mundo pudiera escuchar sin atender de forma específica a ningún género en particular. Soy un hombre y tengo voz de hombre, pero he escrito canciones desde la perspectiva de una mujer en una situación determinada, y nunca he sentido que debiera expresar mi propia sexualidad en la música, porque, por un lado, es muy obvia y, por otro, las canciones representan a todo el grupo.
Otro asunto recurrente en los textos es la oposición entre ciencia y espiritualidad. En ese sentido, ¿has buscado una cierta ambigüedad a la hora de escribir?
La gente tiende a categorizar constantemente, ya sea por razón de sexo, religión o cualquier otra cosa, y siempre lo hace colocando una cosa a un lado y otra en el opuesto. La canción Hope aborda ese tema. Creo que no existen sólo el blanco y el negro, lo extremadamente conservador y lo extremadamente liberal, lo homosexual y lo heterosexual, lo masculino y lo femenino. Existen muchas otras cosas entre esos extremos. Hay mucho gris entre el blanco y el negro. Por eso enfrentar ciencia y tecnología con espiritualidad y religión es simplificar mucho las cosas. Algunos de esos conceptos aparentemente opuestos pueden funcionar juntos. La separación filosófica del hombre entre mente y espíritu es estúpida, producto de nuestra cultura.
Apareces como uno de los productores ejecutivos de Velvet Goldmine, la estupenda película de Todd Haynes. ¿Cómo te involucraste en el proyecto?
Una de las razones por las que Peter, Mike y yo quisimos montar una banda de rock fue nuestra admiración por grupos como New York Dolls, Patti Smith, Iggy & The Stooges y The Velvet Underground. En mi adolescencia, fueron bandas muy importantes, porque en esos momentos experimentas con tu propia sexualidad y a veces no estás seguro de si hay opciones intermedias. El glam rock fue muy importante para mí, en el sentido de que proclamaba una cierta forma de pansexualidad. Cuando Todd Haynes me dijo, hace cuatro años, que quería hacer una película sobre el tema y me propuso formar parte de ella, no dudé en decirle que sí. Se trata, probablemente, de mi director de cine favorito.
¿Cuál fue tu trabajo?
Christine Vachon es la productora de la película. Mi misión fue conseguir gente que aportara dinero. Yo no era el que firmaba los cheques personalmente (ríe). Me dediqué a visitar compañías de distribución, ayudar a los actores con el guión y cosas de ese tipo.
MIKE MILLS
Se ha dicho que este es vuestro disco más experimental. ¿Estás de acuerdo?
Podría decirse que sí, ya que hemos probado cosas en la grabación que no habíamos hecho nunca antes. Al no tener un batería, el proceso fue un poco loco. De hecho, los temas que estaban compuestos con Bill cambiaron mucho. Falls to climb, por ejemplo, era una canción con mandolina y guitarra acústica, un poco aburrida, que parecía un descarte de la época de Out of Time, pero cuando entramos en el estudio reescribimos gran parte del material, trabajamos con los teclados y conseguimos resultados diferentes y también mejores.
¿Por eso dijisteis que era la última canción de R.E.M.?
Cuando te dedicas a componer canciones debes tratar de no copiarte a ti mismo. A veces llega un momento en que tienes un tema muy similar a tu producción anterior y te encuentras con el dilema de descartarlo o hacer con él lo que nosotros hicimos con Falls to climb. Teníamos que cambiar, y probablemente vamos a seguir en la dirección de Up. No podemos continuar grabando discos acústicos y llenos de guitarras discordantes.
¿Hay algún secreto para mantener vuestra curiosidad como músicos y el interés del público después de tanto tiempo?
Somos muy afortunados. La mayoría de grupos nunca llegan a grabar un disco, y nosotros llevamos once. Por eso, haber mantenido el interés del público durante los ochenta y los noventa nos hace sentirnos orgullosos. Hay muchas bandas que siguen grabando discos, pero el público no se siente interesado por ellos. Me encantan los Rolling Stones, ¿pero quién está a la expectativa cuando anuncian nuevo LP? En cambio, cuando lo hace U2 hay un interés general, lo cual supongo que significa algo, y es lo mismo que ocurre con nosotros.
Con el anterior disco perdisteis algunos fans de largo recorrido. ¿Crees que podría repetirse?
Podría ser. Pero no creo que perdiéramos parte de nuestros seguidores. Simplemente, no compraron el disco. Quizá escucharon la opinión equivocada sobre él, o escogimos un primer single que no era comercial y eso mató el LP. Fue un trabajo grabado en la carretera, en plena gira, y casi era una colección de rarezas, algo muy diferente a un disco de estudio.
Esta vez, en cambio, las críticas están siendo positivas.
El anterior no funcionó muy bien a nivel de ventas, así que a lo mejor han tratado de ayudarnos con este. Es curioso, pero la gente te aprecia más cuando no tienes mucho éxito. Quizá le han dado una oportunidad a este disco porque no lo hicieron con el anterior.
¿Cómo resumirías los veinte años que lleváis juntos?
Debes saber respetar a la gente que tienes al lado, y con el tiempo aprendes a conocerla cada vez mejor. Pero lo más importante es creer en la banda.
¿Por qué se marchó Bill Berry?
No disfrutaba con las giras, pero no es lo único que le desagradaba. No le gusta salir de casa, ni conocer gente nueva, ni hacer sesiones de fotos, ni alimentarse con comida extraña… No tiene, desde luego, el perfil clásico del músico de rock. Es un gran batería y una gran persona, pero las circunstancias que rodeaban su trabajo llegaron al punto de hacerle tomar la decisión de dejar de tocar. Y cuando te sientes así, lo mejor que puedes hacer es abandonar.
¿Ves cerca el final de la banda?
No, no, en absoluto. Hemos hecho un gran disco y seguimos disfrutando con nuestro trabajo.
PETER BUCK
¿Cómo valoras vuestros primeros discos con la perspectiva que da el tiempo?
Creo que Murmur, por ejemplo, es un disco muy bueno para tratarse de un primer LP. Éramos muy jóvenes, y teníamos ganas de hacer rock and roll. Probablemente, hoy en día tocaríamos aquellas canciones más lentas, y también mejor, pero todavía recuerdo a los cuatro chavales que lo grabaron. No solemos echar la vista atrás, aunque, ocasionalmente, cuando nos reunimos con viejos amigos o con otros músicos, inevitablemente contamos historias del pasado. Pero no es algo tan romántico como la gente cree.
R.E.M.
EL MONSTRUO DE TRES CABEZAS
Superada la peor crisis de su trayectoria, Michael Stipe, Peter Buck y Mike Mills remontan el vuelo con Reveal, un álbum en el que recuperan su sonido más característico
El madrileño hotel Palace está concurrido esta mañana. No solo R.E.M. ha elegido el lugar para atender a los medios, y el hervidero de periodistas se distribuye por las diferentes suites en función de sus preferencias u obligaciones. Resulta tentador enfrentarse al declive de Tony Hadley, excantante de Spandau Ballet, o hurgar en las intimidades de Raphael, los dos artistas con los que Michael Stipe, Mike Mills y Peter Buck comparten alojamiento, pero Reveal, el espléndido nuevo LP del trío de Athens, obliga a interesarse por su momento actual.
Vosotros mismos definisteis Up como un disco de corte experimental. Por contra, Reveal parece buscar un sonido más puro, conectado con vuestro pasado.
Michael Stipe: En realidad, la mayor novedad de este disco reside en el hecho de que hemos vuelto a dirigirnos la palabra (risas). Contiene elementos que, obviamente, forman parte de nuestro sonido anterior, pero nunca hemos ido hacia atrás conscientemente, con independencia de lo que la gente haya opinado acerca de nuestro trabajo. Los dos últimos discos reflejan hacia dónde se dirige musicalmente el grupo en el año 2001.
¿Hasta qué punto estuvisteis cerca de separaros?
MS: Lo hicimos. Disolvimos el grupo. Es duro hablar de ello, admitir públicamente que ocurrió. Es muy difícil estar mezclando un disco y, en tu interior, ser consciente de la situación y, al mismo tiempo, tratar de hacerlo lo mejor posible.
¿Ha afectado de algún modo en el proceso de creación de Reveal la participación en la banda sonora de Man on the Moon?
MS: No lo había pensado hasta ayer, pero sí. Fue un proyecto muy conveniente entre Up y Reveal. Se trataba de componer música específicamente para otros, lo cual nos hizo funcionar como banda, pero al mismo tiempo nos liberaba de la responsabilidad final.
Los guitarristas Scott McCaughey (Young Fresh Fellows) y Ken Stringfellow (The Posies) y el batería Joey Waronker (Beck) siguen colaborando con vosotros. ¿Pueden considerarse miembros oficiales de R.E.M.?
MS: No. Son unos músicos fantásticos, y simplemente nos han echado una mano estos últimos años. Desde que Bill (Berry) nos dejó, somos un grupo de tres miembros, y nunca tendremos otro batería oficial. Nadie puede reemplazarle.
Vista de manera retrospectiva, ¿en qué os afectó su marcha?
Mike Mills: Bill necesitaba abandonar el grupo y eso era lo más importante para nosotros, porque es amigo nuestro y queríamos que fuera feliz. Su marcha aceleró un cambio, fue una transición hacia un mundo desconocido en el que ahora nos sentimos a gusto.
¿Qué música actual os interesa?
MS: Hace poco tiempo me pasaron en Hamburgo un disco que está muy bien. No sé si es un cantante o un grupo, ni siquiera sé si es alemán. Me recuerda a Aphex Twin. Y también me gustan los últimos discos de Radiohead, U2…
Peter Buck: Yo escucho cosas nuevas cada día. En estos últimos meses me han entusiasmado los discos de Godspeed You! Black Emperor, At The Drive-In y …And You Will Know Us By The Trail Of Dead. También Air, Radiohead…
¿Todos coincidís en Radiohead?
MM: Yo les odio (risas). No, lo bueno de Radiohead es que son una banda. Significa que eso es lo más importante, que no vas a vender tus canciones para un anuncio, que el poder de todos los miembros juntos es más fuerte que el de las individualidades. No hay muchas bandas así hoy en día que estén haciendo un trabajo interesante. Por eso son un punto de referencia para nosotros.
¿Han ocupado el puesto de banda experimental dentro del mainstream que antes os correspondía a vosotros?
MM: Cuando experimentas no siempre puedes estar seguro de hacia dónde vas. Creo que R.E.M. sigue experimentando, pero sabe perfectamente a dónde se dirige. No digo que otros no lo sepan, pero para nosotros lo primero son las canciones. Una vez las tienes, puedes hacer lo que quieras con ellas.
¿La mayor diferencia con Up es que Reveal tiene esas canciones?
MM: Bueno, Up fue más experimental porque coincidió con la marcha de Bill y no sabíamos desenvolvernos como trío. No era posible ir al estudio y ponernos a grabar como hacíamos anteriormente, porque no teníamos batería, así que partíamos de un loop e íbamos haciendo overdubs. Nos sirvió para aprender cosas que hemos aplicado en este disco, donde ya nos sentimos menos incómodos funcionando en trío.
Habéis grabado en Vancouver, Miami, Dublín… ¿Era realmente necesario?
PB: No, fue un capricho. Y no demasiado caro, además. Uno de los motivos por los que la gente como nosotros se hace músico es porque no le gusta tener un trabajo normal. Y si cada vez que grabas un disco te reúnes en el mismo sitio, el asunto comienza a convertirse en un trabajo, con horarios y demás. Intentamos mantenernos frescos viajando a ciudades nuevas que puedan motivarnos y espolear nuestra creatividad.
Y tampoco es lo mismo ensayar en un garaje que en una mansión en la campiña, ¿no?
PB: Claro, pero nosotros siempre ensayamos en el mismo sitio de Athens donde empezamos hace veinte años. Lo único que hacemos es ir cambiando de estudio de grabación cada vez. Radiohead son quienes buscan lugares extravagantes y mansiones para preparar sus discos. Para el último se metieron en la antigua residencia de la actriz Jayne Mansfield.
¿Mantenéis buenas relaciones con la escena de vuestra ciudad natal?
PB: Sí, hay un puñado de buenos grupos en Athens, como Olivia Tremor Control y Elf Power. De hechos, son una inspiración para nosotros.
¿Qué opináis de los grupos de pop adolescente que dominan las listas estadounidenses actualmente?
PB: Creo que hay algo interesante en esas bandas, y es que hacen que la gente joven se interese por la música. Algunas canciones de los Backstreet Boys están bien. Aunque no sé si hacen lo mismo que N’Sync o Britney Spears, porque a estos no los he escuchado nunca.
Decís haberos acostumbrado a trabajar como trío. ¿Significa eso que hay menos discusiones?
MM: No siempre estamos de acuerdo en la mayoría de cosas, pero intentamos escoger la opción que consideramos más beneficiosa para el grupo. Yo, por ejemplo, saldría de gira cada año, pero Michael no. Hemos trabajado mucho en este disco, el tour promocional está siendo duro, y es mejor para todos tomarse un par de meses de descanso.
¿Quiere eso decir que no hay gira en ciernes?
MS: Exacto. Al menos durante bastante tiempo.
¿Podéis poner otro ejemplo de esas decisiones democráticas que tomáis en beneficio de la mayoría?
MM: Una vez grabado el disco, teníamos trece canciones. Era demasiado largo, así que había que eliminar una. Cada uno tenía su opinión al respecto. A mí me gustaba mucho un tema titulado Fascinating, que fue el sacrificado. Era uno de mis favoritos, pero era demasiado largo y lento, y la decisión correcta era eliminarlo, porque habría desequilibrado el disco, así que acepté.
Tras más de dos décadas se ha instaurado una serie de estereotipos sobre vosotros. Michael es el intelectual, Peter el rockero, Mike el más equilibrado y mejor músico… ¿Qué tienen de cierto?
MM: Bueno, todo estereotipo es el eco de una verdad, pero al mismo tiempo no se corresponde totalmente con la realidad. Sí, yo soy el más formado como músico, y Michael es más experimental que Peter o yo, pero funcionamos juntos. Si hiciéramos discos por separado, no funcionarían. Un disco en solitario de Michael sería enfermizo (risas).
¿Cómo definiríais vuestra relación?
MS: Somos como un matrimonio, pero sin sexo. Bueno, sin sexo entre nosotros (risas). El símil del matrimonio nos gusta, porque supone aprender a respetar a quien tienes al lado, es un compromiso. Lo bueno de la crisis del disco anterior es que nos hizo plantearnos de nuevo qué hacíamos y por qué lo estábamos haciendo.
¿Es por eso que volvéis a reivindicar la validez de la primera idea como la más fresca? ¿Qué pasa cuando se deja reposar?
PB: Es Michael quien le da más vueltas a las cosas. Parte de mi trabajo específico consiste en mantener la espontaneidad del sonido, pero la mezcla del carácter de los tres es lo que nos permite obtener buenos resultados cuando entramos en el estudio. Este disco es una buena prueba del equilibrio entre espontaneidad y reflexión.
Se ha señalado que el tema principal del disco es la pérdida de referentes ideológicos. ¿Fue una decisión consciente?
MS: Yo no hago nada conscientemente. Bueno, quizás ir al baño (risas). No, en serio, no conozco la razón que haya podido encaminar los textos en esa dirección. Siempre pienso desde un punto de vista particular, pero escribo sobre cosas que reflejan las sensaciones de mucha gente, sus inquietudes sobre la espiritualidad y la fe. Ya no creemos en el Gobierno, en la industria o en Dios. Eso se ha terminado. Antes la gente aceptaba las cosas como venían, y ya no es así. El escepticismo es una buena opción, una forma de equilibrio entre el idealismo y el cinismo.